• diciembre 8, 2024
  • Daniel Veas
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El fin de medio siglo de opresión en Siria
Después de 54 años bajo el control de la familia Assad, Siria vive un momento histórico con la dimisión y salida del dictador Bashar al Assad del país. La noticia fue confirmada por Rusia, mientras los grupos rebeldes celebraron el fin de «50 años de opresión y 13 de crímenes y desplazamiento forzado». Este domingo marcó el dramático desenlace de casi 14 años de lucha por mantenerse en el poder, en un contexto de guerra civil y tensiones internacionales.

La familia Asad, a finales de los años setenta. De pie, a la izquierda, Hafez al Asad, y debajo, de izquierda a derecha, sus hijos Bashar y Maher, su esposa (Anisa Makhlouf), y sus hijos Majd, Bushra y Basil.

La llegada de Assad al poder en el año 2000 generó expectativas de reformas. Con apenas 34 años, este oftalmólogo educado en Occidente se proyectaba como un líder moderno. Sin embargo, las protestas contra su régimen en 2011 revelaron su verdadero rostro. Assad respondió con tácticas brutales, bombardeos y el apoyo de aliados como Irán y Rusia, dejando al país en ruinas.

El conflicto, que comenzó como un alzamiento popular, se transformó en una guerra civil devastadora. Más de 500,000 personas han muerto, y la mitad de los 23 millones de habitantes de Siria han sido desplazados. Millones buscaron refugio en países vecinos y Europa, mientras las acusaciones de tortura y ejecuciones extrajudiciales manchaban aún más el régimen.

El derrumbe de las fuerzas gubernamentales fue acelerado por una sorpresiva ofensiva rebelde en noviembre, mientras los aliados internacionales de Assad enfrentaban sus propios conflictos, como la guerra en Ucrania. Aunque el paradero del dictador sigue siendo incierto, los rebeldes ya controlan la capital siria.

La salida de Bashar al Assad no solo cierra un capítulo oscuro en la historia de Siria, sino que deja al país en una encrucijada. Sin un sucesor claro, la incertidumbre predomina, pero los sirios ahora enfrentan la posibilidad de reconstruir su nación y sanar las profundas cicatrices de más de una década de guerra.